El desarrollo del "golpe suave", una nueva modalidad de desestabilización fabricada en los laboratorios de la Central de Inteligencia Americana (CIA) que ya ha sido experimentada en Europa del Este y Venezuela, se estaría incubando en sectores radicalizados de la ultraderecha boliviana que aprecian con temor la recuperación del masivo apoyo social con el que cuenta Morales.
El riesgo de un "golpe suave" contra el proceso de transformación que en democracia lidera el presidente Evo Morales se ha incrementado en los últimos días. Grupos paramilitares han reactivado sus planes para tomar instituciones públicas, crear un clima de desconfianza frente al gobierno, generar un clima de ingobernabilidad y, si es posible, detener el referéndum revocatorio de mandato popular previsto para el 10 de agosto. El plan desestabilizador, denunciado por el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, en la segunda semana de junio, aunque no explicado en detalle, habría cobrado mayor atención de los "duros" de la oposición al constatar que el gobierno dispone de un porcentaje de apoyo ciudadano superior al 50 por ciento para la consulta, según se han encargado de mostrar varios sondeos de opinión en mayo, incluyendo el realizado por la embajada de los Estados Unidos en La Paz. El desarrollo del "golpe suave", una nueva modalidad de desestabilización fabricada en los laboratorios de la Central de Inteligencia Americana (CIA) que ya ha sido experimentada en Europa del Este y Venezuela, se estaría incubando en sectores radicalizados de la ultraderecha boliviana que aprecian con temor la recuperación del masivo apoyo social con el que cuenta Morales. Esta recreación del golpe como método para interrumpir procesos de amplia participación popular, concebidos por intelectuales como el politólogo estadounidense Gene Sharp, pasa por la puesta en marcha de varias fases, desarrolladas incluso simultáneamente, que van desde el ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de la calle, hasta la fractura institucional. La estrategia golpista se ejecutó con éxito en el derrocamiento del presidente georgiano Eduard Chevarnadze, en noviembre de 2003, y la ascensión al poder de Viktor Yuschenko en Ucrania, en diciembre de 2004, pero fracasó en Venezuela en abril de 2002, cuando se pretendió expulsar del poder a Hugo Chávez. A la carga contra el gobierno La ofensiva contra el gobierno tendría por objetivo fundamental la renuncia del jefe de Estado, el primero de ascendencia indígena que ocupa Palacio Quemado en toda la historia de este pequeño país ubicado en el corazón de Sudamérica, y la convocatoria a elecciones anticipadas. La ejecución del plan desestabilizador, afinado en las últimas semanas, se ha intensificado a dos semanas después de un frustrado intento de asesinato del presidente Morales en la ciudad oriental de Santa Cruz, donde está el epicentro de la oposición y la matriz de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), una organización paramilitar que dice estar integrada por más de 80 mil jóvenes. A la organización paramilitar, que ha tomado la iniciativa de impulsar la conformación de la Unión Juvenil Nacional, se le atribuyen varios actos, como el intento de asesinar al Presidente, y se tienen sospechas de que el plan de ingreso de armas desde Argentina, detectado y evitado a tiempo por el gobierno del vecino país, habría estado a cargo de la UJC. El eje de la conspiración es la generación de un clima de ingobernabilidad, atizado con temas de desabastecimiento y crecimiento de la conflictividad social, que meta al país a un callejón sin otra salida que la de colocar en tapete el cuestionamiento de la continuidad del proceso inaugurado en diciembre de 2005, cuando un 53.74 por ciento de la población favoreció con su voto al candidato del MAS. Los obstáculos previsibles al revocatorio de parte de los prefectos, que buscan carta libre para sus estatutos, aprobados ilegalmente en consultas que el gobiernos les dio el valor de simples encuestas, están dentro de la estrategia para evitar el referéndum del 10 de agosto y desestabilizar a Evo en el mediano plazo. De hecho, la aceptación de tres prefectos opositores de ir al revocatorio -Rubén Costas de Santa Cruz, Ernesto Suárez Sartori de Beni y Mario Cossió de Tarija- y la negativa de hacer lo mismo de parte de Leopoldo Fernández de Pando y Manfred Reyes Villa de Cochabamba, y el rechazo del llamado Consejo Nacional Democrático (CONALDE), que agrupa a los comités cívicos de esos departamentos y que en realidad son los que sustentan a las autoridades departamentales, es parte de un libreto de la desestabilización. Es más, el plazo otorgado hasta el 8 de agosto por los prefectos de la Media Luna para que el gobierno les devuelva la totalidad del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), del que una parte ha sido utilizado por el gobierno para pagar la Renta Dignidad, de más de 25 dólares al mes- para más de 700 mil ancianos mayores de 60 años, complementa esa aparente flexibilidad (ir al revocatorio) con una mano de dureza (conminar a reconocer estatutos y devolver IDH), en el marco de una línea de conspiración. A lo anterior hay que sumar la acusación lanzada por la oposición contra el ministro Juan Ramón Quintana de estar involucrado en varios actos de violencia y "terrorismo", como los ocurridos en enero de 2007 en Cochabamba, en Sucre ese mismo año cuando se aprobó la Constitución en su estación en grande y en Yacuiba, donde un canal de televisión privado fue objeto de un atentado dinamitero. Los esfuerzos por relacionar a Quintana y a miembros del ex F-10, una unidad de elite anti-terrorista, además de comprometer a la embajada de Venezuela, en realidad constituye un primer paso para afectar la credibilidad y legitimidad del presidente Evo Morales, a quien también se pensaría, después de lograr su renuncia, abrir un juicio de responsabilidades. Sentar al presidente ante la comisión del Senado que investiga el caso es solo un detalle de lo que se está tramando, se ha encargado de advertir el diputado oficialista Cesar Navarro. Por lo demás, alimentar desconfianzas internas y rumores dentro del gobierno y el MAS es parte de la arremetida. ¿Y los militares y policías? La estrategia del "Golpe Suave" no funciona, sin embargo, sin la participación de los militares que hasta ahora se han mantenido leales a su Capitán General y con una clara señal democrática respecto de un pasado que con el apoyo de Estados Unidos significó conculcación de libertades democráticas, la represión de sindicatos y el asesinato de dirigentes sociales e intelectuales comprometidos. Tocar la puerta de los cuarteles para meter a los militares en la política es parte de las recetas del Pentágono y que, coincidencia o no, encontraron eco en algunos militares de servicio pasivo, como el general Marcelo Antezana, quien en 2006 ha sido denunciado por el actual gobierno de estar en afanes conspirativos. De acuerdo al intelectual Heinz Dieterich, de origen alemán y docente universitario en México, un ensayo de golpe de Estado se produjo el 30 de abril pasado, un día antes de que el presidente Morales nacionalizara cuatro empresas petroleras y la compañía de telecomunicaciones (ENTEL). La acusación a Palacio de estar involucrado en un atentado dinamitero contra un canal de televisión privado en Yacuiba, calificada como "terrorismo de Estado" por el opositor Podemos y a la que el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, respondió que es una "basura podrida", está siendo utilizada para tratar de generar malestar dentro de las Fuerzas Armadas. A la par de procurar una adhesión de los militares al golpe o al menos lograr su neutralidad en caso de intensificación del conflicto, lo cual representaría darle la espalda al gobierno, los esfuerzos también se orientan hacia la generación de problemas y fricciones dentro de la Policía Nacional. Las posibilidades de materializar el plan desestabilizador dentro de la Policía no son pocas debido a la fuerte influencia de la embajada de los Estados Unidos sobre los organismos de inteligencia con los que ha trabajado años de forma directa y de los que no se tiene la seguridad que se hayan desmantelado, a pesar de que Rada dispusiera la desactivación de Odep (ex COPES), una instancia que disfrazaba la actuación de la CIA en Bolivia. El uso de los medios de comunicación Esta nueva modalidad golpista, a la que el vicepresidente Alvaro García Linera identificó hace poco como de " corbata y cuello blanco", tendría pocas posibilidades de éxito sin el aporte, directo o no, de los medios de comunicación privados que se encargan de reproducir y amplificar en detalle los gritos de la oposición y de callar las medidas y los reclamos del oficialismo. Es una locura orientar el dedo en alguna dirección, pero la experiencia de Ucrania, Georgia y Venezuela, que experimentaron la fuerza del "golpe suave", confirma el uso que los conductores de la desestabilización hacen de climas construidos por criterios informativos, por muy inocentes que resulten siendo una parte de ellos. También, coincidencia o no, una suerte de coordinación mediática se ha producido a partir de que Morales asumió la conducción del país, ya sea para dar cuenta de una posición frente a la nacionalización del petróleo y la Asamblea Constituyente, según puso en evidencia el Observatorio de Medios de la Fundación UNIR, o en torno a las consultas por los estatutos autonómicos, la elección de Prefecto en Chuquisaca y el referéndum revocatorio de mandato. Una revisión de las editoriales, de los titulares y de las fuentes consultadas permite apreciar, sin mucho esfuerzo, elementos comunes en varios medios de comunicación privados de su posición frente al gobierno y que han sido utilizados por la oposición en todos sus ámbitos. Tras las huellas USA Pero los planes de poco sirven si no hay poderosas fuerzas que las respalden. El peligro del golpe contra la democracia boliviana también ha sido advertido por el presidente venezolano Hugo Chávez, contra quien se alimenta un rechazo desde la oposición político-mediática. "Desde Estados Unidos hablan de Bolivia como un Estado fallido, ya están calificando porque es lo que ellos quieren, y quieren sacar a Evo (...) ahora Evo convoca a referendo, no quieren; qué quieren, derrocarlo, matarlo", denunció en su intervención en la cumbre de Jefes de Estado del Mercado Común del Sur (Mercosur), celebrada en Argentina hace poco. Y entonces la memoria vuelve hacia la presencia estadounidense en los gobiernos militares de las décadas de los 70 y 80, pero también a un tiempo más próximo, cuando el gobierno actual, principalmente en voz de Evo Morales, denunció al embajador Philip Golberg y a USAID de estar muy activos para desestabilizar el proceso de cambio. De hecho, además de USAID, otras fundaciones con financiamiento estadounidense, como el National Democratic Institute y Human Rights Foundation (HRF), han sido acusadas de apoyar con recursos a la oposición -prefectos y cívicos principalmente-, según denuncias del ministro Quintana y la investigadora Eva Golinger. La certeza sobre la participación oficial estadounidense se ha acrecentado por la denuncia que un becario hizo contra un alto funcionario de ese país, Vicent Cooper quien le pidió espiar a médicos cubanos y técnicos venezolanos, pero también por la frecuente presencia de Golberg en Santa Cruz para reunirse con los opositores. En definitiva, el "golpe suave" acecha la democracia boliviana. De aquí al día del referéndum revocatorio falta menos de 40 días, pero es una eternidad en la que todo puede pasar y un tiempo en el cual se probará la convicción democrática de la oposición. Las etapas del "Golpe Suave" De acuerdo al politólogo estadounidense Gene Sharp, la estrategia del "golpe suave" puede desarrollarse por etapas jerarquizadas o simultáneamente. En el caso boliviano más o menos es de la siguiente manera. 1ra etapa: ablandamiento (empleando la guerra de IV generación) o Desarrollo de matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales. o Cabalgamiento de los conflictos y promoción del descontento. o Promoción de factores de malestar, entre los que destacan: desabastecimiento, criminalidad, manipulación del dólar, paro patronal y otros. o Denuncias de corrupción, promoción de intrigas sectarias y fractura de la unidad 2da etapa: deslegitimación o Manipulación de los prejuicios anti-comunistas. o Impulso de campañas publicitarias en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas. o Acusaciones de totalitarismo y pensamiento único. o Fractura ético-política. 3ra etapa: calentamiento de calle o Cabalgamiento de los conflictos y fomento de la movilización de calle. o Elaboración de una plataforma de lucha que globalicen las demandas políticas y sociales. o Generalización de todo tipo de protestas, exponenciando fallas y errores gubernamentales. o Organización de manifestaciones, trancas y tomas de instituciones públicas que radicalicen la confrontación 4ta etapa: combinación de diversas formas de lucha o Organización de marchas y tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria. o Desarrollo de operaciones de guerra psicológica y acciones armadas para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad. o Impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar los organismos de seguridad 5ta etapa: fractura institucional Sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamiento militares, se obliga la renuncia del presidente. En casos de fracasos, se mantiene la presión de calle y se migra hacia la resistencia armada. Preparación del terreno para una intervención militar del imperio o el desarrollo de una guerra civil prolongada. Promoción del aislamiento internacional y el cerco económico.
martes, 15 de julio de 2008
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